Leopardo persa (Panthera pardus tulliana)

El leopardo persa, de denominación Panthera pardus tulliana y conocido como leopardo de Anatolia, es un panterino en peligro de extinción que habita exclusivamente en Asia menor.

Leopardo persa o de Anatolia (Panthera pardus tulliana)

Características

Este gran félido tiene un pelaje que varía en color desde el amarillo pálido hasta el dorado intenso.

Además, poseen un patrón único con rosetas negras en la espalda los flancos, los hombros y las ancas, así como manchas negras en la cabeza, la garganta, el pecho y el vientre.

Leopardo persa o de Anatolia (Panthera pardus tulliana)

Destaca su cráneo, mucho más grande en proporción al resto del cuerpo, comparándolo con el resto de especies de leopardos. La pantera más popular de Anatolia es un animal muy fuerte, con grandes dientes caninos, una poderosa mandíbula y garras afiladas.

Tienen patas cortas unidas a una estructura poderosa y robusta debido a su gran tamaño y masa corporal. Finalmente, el Panthera pardus tulliana posee una cola muy grande, que mide entre el 60 y el 75 por ciento de la longitud de la cabeza y el cuerpo, y es utilizada para mantener el equilibrio.

La esperanza del leopardo persa es de 10 a 15 años en la naturaleza, y hasta 20 años en cautividad.

Hábitat

El leopardo persa vive en la región de Anatolia, concretamente en: Irán, Irak, Afganistán, Turkmenistán, Georgia, Turquía, el norte del Cáucaso ruso, Pakistán y Uzbekistán.

Leopardo persa macho de Anatolia (Panthera pardus tulliana)

El hábitat y nicho ecológico favorito del denominado Panthera pardus tullian son las montañas, bosques mixtos templados y zonas escarpadas. Por esta razón, es un animal muy común en las cadenas montañosas de Elburz y Zagros situadas en Irak e Irán.

No obstante, en el resto de países y zonas, este animal es mucho menos común, por lo que tan solo se encuentran poblaciones pequeñas de entre 50 y 200 individuos. Y, generalmente, evita áreas con nieve, desiertos y cualquier lugar cercano con desarrollo urbano.

Altamente territorial, el leopardo persa define sus límites de varias maneras: rasgando el suelo, arañando árboles y rociando su orina. Los machos tienden a ser solitarios, pero se sabe que acompañan a las hembras durante cortos períodos de tiempo después del apareamiento. Sus territorios tienen un rango promedio de alrededor de 65 kilómetros cuadrados.

Originalmente, el leopardo de Anatolia era un animal nocturno. Sin embargo, en áreas donde hay depredadores más grandes, como leones y tigres, han tenido que adaptarse a la caza diurna para poder sobrevivir.

Alimentación y caza

El leopardo persa come cabras bezoar, cabra montesa, jabalíes, gacelas, ovejas salvajes, ciervos y puercoespines. Debido a su gran tamaño y el hábitat donde vive, el félido Panthera pardus tulliana, se alimenta de una gran variedad de pesas según la disponibilidad de las mismas.

Leopardo persa rugiendo (Panthera pardus tulliana)

Para cazar, el leopardo persa sube a grandes árboles o afloramientos rocosos, donde divisa sus objetivos. Después, una vez que la presa ha sido identificada, se acercan y acechan a su futura comida hasta que están lo suficientemente cerca para saltar. Y, finalmente, si el ataque tiene éxito, muerden el cuello previamente agarrado con sus afiladas garras, para matarla e inmovilizar al instante.

La abundancia de presas es el factor clave que determina la estructura de las áreas de distribución de las hembras, mientras que la disponibilidad de hembras es el factor determinante más importante de las áreas de distribución de los machos.

Además, en el caso de las hembras del leopardo de Anatolia, buscan territorios que posean guaridas y cuevas para poder proteger a sus cachorros tras una reproducción exitosa.

Cortejo

Comenzando el año, a principios de Enero y siempre que no tenga cachorros de los que encargarse, la hembra del leopardo persa tiene su primer celo. En ese momento, busca un macho de su especie por los territorios adyacentes.

En caso de encontrarlo, la hembra camina ante el macho moviendo rápidamente su cola para llamar su atención. Así, en caso de ser correspondida, ambos iniciarán un pequeño cortejo previo al apareamiento que incluirá caricias y refrotar los cuerpos y cabeza el uno con el otro.

Reproducción

La temporada de apareamiento del leopardo persa dura de enero a febrero. En caso de tener éxito en la fecundación, la hembra pasa por un período de gestación de unos 3 meses.

Seguidamente, nace una camada con 1 a 4 cachorros, siendo tres el número más habitual. Un leopardo bebé recién nacido no puede abrir apenas los ojos ni puede ver, por lo que viven en una cueva o guarida durante las primeras semanas de vida.

Leopardo bebé persa o de Anatolia (Panthera pardus tulliana)

Poco a poco, siguen a su madre y aprenden cómo cazar, comportarse y sobrevivir en la naturaleza de su peligroso hábitat de Anatolia.

Finalmente, tras un año y medio de vida, los cachorros de panthera pardus tulliana alcanzan la madurez y abandonan a su madre para volverse independientes. Y así, coincidiendo con el principio del año natural, la hembra vuelve a entrar en celo para iniciar un nuevo ciclo de reproducción.

Cachorro de leopardo persa (Panthera pardus tulliana)

Estado de conservación

El leopardo persa o de Anatolia (Panthera pardus tulliana) está en peligro de extinción con una población que sigue disminuyendo, a pesar de los esfuerzos de conservación. Las amenazas principales de esta pantera son la deforestación, la fragmentación del hábitat, la caza furtiva y la actividad humana en general.

Leopardo persa hembra acostado (Panthera pardus tulliana)

De hecho, se estima que quedan 1.300 leopardos persas en estado salvaje en poblaciones cada vez más pequeñas y fragmentadas. Además, una presencia humana cada vez mayor, se ha convertido en una fuente importante de preocupación.

En el suroeste de Asia, donde su número estaba muy extendido, la caza, la destrucción del hábitat y la falta de presas los han llevado al borde de la extinción.

No obstante, en 2018, 112 leopardos se capturaron y se mantienen cautiverio para aumentar su especie. También, en Turkmenistán se ha esforzado por reintroducir parejas de leopardos machos y hembras en la naturaleza, con la esperanza de que sus cachorros aprendan habilidades de supervivencia y prosperen en estas áreas protegidas.