Puma argentino (Puma concolor cabrerae)

El puma argentino (Puma concolor cabrerae) es un felino y subespecie de puma que se encuentra principalmente en Argentina, y  uno de los animales más grandes de toda Sudamérica.

Puma argentino (Puma concolor cabrerae)

Características

Los machos y las hembras de esta subespecie tienen un tamaño y peso similar. No obstante, en promedio los machos son ligeramente más grandes, como ocurre con la mayoría de los felinos.

El pelaje del puma argentino es marrón o grisáceo con tonos blancos en el vientre y zona baja, lo que le ayuda a camuflarse hábilmente en su entorno natural. Además, este pelaje es corto y denso, proporcionándole protección contra las inclemencias del clima, el calor, la humedad y otros factores externos.

Puma argentino descansando (Puma concolor cabrerae

Siguiendo con sus extremidades, ambas muy musculosas y de coloración blanca en las puntas, otorgan al felino una agilidad para dar grandes saltos y una velocidad de hasta 80 km/h.

Otra característica física relevante del puma argentino es su cabeza robusta y poderosa. Sobre todo, destaca una mandíbula fuerte con afilados dientes con los que puede capturar y desgarrar a sus presas con facilidad. Sus ojos, grandes y de color amarillo, ámbar o mezcla de gris con azul, le otorgan una visión profunda y adaptada a la oscuridad.

También, destaca el poderoso sentido del olfato, altamente desarrollado que desempeña un papel crucial en su supervivencia. De hecho, es tan agudo que detecta presas, identifica territorios y reconoce a otros pumas a cientos de metros de distancia. Por lo general, tienen alrededor de 12 a 15 bigotes a cada lado que actúan como receptores de vibraciones y movimientos sutiles en el aire. En consecuencia, el Puma concolor cabrerae detecta todo tipo de cambios en su entorno.

La combinación de fuerza física, destreza y adaptabilidad, convierte al puma argentino en uno de los principales cazadores de la región.

Hábitat

Como su nombre indica, el puma argentino vive en Argentina y pequeñas poblaciones en Chile, Bolivia y Paraguay. Concretamente, su hábitat y nicho ecológico se extiende por las regiones montañosas, como la Cordillera de los Andes, las Sierras Pampeanas y las Sierras de Córdoba.

Los pumas argentinos prefieren áreas con una combinación de vegetación densa, como bosques y matorrales. Sin embargo, aunque menos habitual, también han sido avistados en terrenos abiertos como estepas y praderas. Por esta razón, estos felinos son conocidos por su adaptabilidad a diferentes tipos de ecosistemas, desde áreas montañosas hasta bosques subtropicales.

En cuanto a su comportamiento social, los pumas argentinos son solitarios. De hecho, es únicamente en la época de apareamiento o cuando las hembras tienen crías, cuando estos animales tienen relación entre sí.

Hembra de puma argentino (Puma concolor cabrerae)

Como felino altamente territorial, los machos establecen un territorio extenso que puede abarcar desde 50 hasta 500 kilómetros cuadrados. No obstante, el tamaño depende de la disponibilidad de recursos, la densidad de presas y la cantidad de pumas en su hábitat.

Para delimitar su territorio, la subespecie Puma concolor cabrerae marca su territorio con orina, heces y rasguños en los árboles. Así, todos los tipos de pumas saben qué zonas están ocupadas para evitar confrontaciones directas.

Finalmente, cabe destacar que el puma argentino es un animal predominantemente nocturno y crepuscular. Debido a su gran tamaño y la energía que necesita su cuerpo, este puma puede dormir hasta 15 horas al día antes de salir a cazar y patrullar su territorio.

Alimentación y caza

La alimentación está basada principalmente en animales de tamaño medio y más pesados que este felino. Sobre todo, el puma argentino come monos, guanacos, ciervos, capibaras, pecaríes y corzos.

Estas presas proporcionan una fuente abundante de alimento debido a su tamaño y disponibilidad en los hábitats donde vive. Sin embargo, también puede cazar animales más pequeños en caso de surgir la oportunidad, como liebres, lagartos, roedores y aves.

Puma argentino cazando (Puma concolor cabrerae)

La caza del puma argentino se basa en la emboscada y la sorpresa. Utilizando su agudeza visual, su sigilo y su capacidad de camuflaje, se acerca sigilosamente a su objetivo. Es más, el Puma concolor cabrearea se mueve en silencio y se esconde en la vegetación o terreno para evitar ser detectado. Así, una vez que está lo suficientemente cerca, lanza un ataque rápido en salto preciso para abatir a su presa. Después, clava sus garras en el cuerpo de su presa y la derriba con un mordisco certero en la nuca o la garganta.

Caza y alimentación del puma argentino (Puma concolor cabrerae)

Después de capturar a su presa, el puma argentino arrastra el cuerpo a un lugar seguro, como una cueva o un área cubierta, donde puede alimentarse sin interrupciones. A menudo, cubren los restos de su presa con hojas, ramas u otros materiales para ocultarlos. En consecuencia, pueden alimentarse de la misma presa durante días sin que otros carroñeros las encuentren.

La territorialidad y la actitud solitaria de este felino, hace que su vida dependa exclusivamente de sus habilidades de caza para obtener alimento. Por eso, son animales oportunistas y se adaptan a las condiciones del entorno y la disponibilidad de presas. Su éxito como depredadores se basa en su agilidad, velocidad, fuerza y habilidades de sigilo.

Celo y cortejo

Durante el celo, la hembra de puma argentino emite señales químicas a través de su orina y marca su territorio para atraer a los machos. En realidad, estas señales olfativas actúan como una invitación para que los machos se acerquen y participen en el cortejo. Así, los machos, por su parte, son capaces de detectar estas señales a través de su agudo sentido del olfato y buscar activamente a las hembras en celo.

El macho busca establecer contacto con la hembra y atraer su atención en el denominado cortejo. Este proceso puede incluir rondas alrededor de la hembra, gruñe, maulla y realiza exhibiciones de comportamientos territoriales y de dominio.

Una vez que el macho ha captado la atención de la hembra y es aceptado por ella, se produce el apareamiento. La cópula del Puma concolor cabrerae es breve y puede repetirse varias veces durante el período de celo de la hembra. Después de la fecundación, los machos abandonan a la hembra y buscan otras oportunidades de apareamiento.

Puma en un árbol de Argentina (Puma concolor cabrerae)

Reproducción

El proceso de reproducción del puma argentino comienza con la preñez de la hembra. Después del apareamiento, la hembra lleva a cabo una gestación durante aproximadamente 90 a 96 días. Durante este período, la hembra está embarazada y se retira a un lugar seguro, como una cueva o una densa vegetación, para dar a luz a sus cachorros de puma.

Cachorro subadulto de puma argentino (Puma concolor cabrerae)

Al nacer, los pumas bebé argentinos recién nacidos son pequeños y vulnerables, con un pelaje suave y manchas oscuras en su cuerpo. Además, como todo felino, son ciegos y totalmente vulnerables. Por esta razón, los cachorros se aferran al pelaje de su madre las primeras semanas y se arrastran hacia las mamas para alimentarse de su leche materna.

A medida que los cachorros crecen, la madre los introduce gradualmente a la carne y a la caza, enseñándoles las habilidades necesarias para sobrevivir en la naturaleza.

Después, aproximadamente a los dos o tres meses de edad, empiezan a seguir a su madre en sus expediciones de caza y aprenden las técnicas de caza necesarias. Debido al rápido crecimiento del puma argentino, los cachorros desarrollan una gran fuerza y agilidad en sus edades más tempranas.

Finalmente, alrededor de los 18 meses de edad, los cachorros de Puma concolor cabrerae se separan de su madre y se aventuran para establecer su propio territorio y oportunidades de reproducción.

Estado de conservación

El puma argentino (Puma concolor cabrerae) no se encuentra en peligro de extinción y su estado en la naturaleza es de “preocupación menor”.

Sin embargo, en los últimos años ha habido un declive progresivo de ciertas poblaciones, especialmente aquellas situadas fuera de Argentina. Sobre todo, la pérdida y fragmentación de su hábitat con la expansión de la actividad humana, ha llevado a la destrucción de los ecosistemas naturales donde habita esta subespecie. En consecuencia, se dificulta su movilidad y acceso a recursos, lo que afecta negativamente su capacidad para encontrar alimento y reproducirse.